De la autodefensa a la pacificación

Marisol Ochoa 2019-08-20 21:35:47 Autodefensas,Paz

Nadie puede oponerse a la verdadera voluntad de construir un tejido social. A su vez, nadie puede oponerse a la idea de buscar mecanismos que regeneren los lazos destrozados de vidas y poblaciones enteras que han sido alcanzadas por los tentáculos de la violencia, en eso todos estamos de acuerdo, pero el verdadero problema surge cuando se apertura un diálogo con grupos que surgieron legítima pero ilegalmente en diversos territorios del país. 

 

Nadie pone en duda que en algunos casos la legitimidad  de los grupos de autodefensas “auténticas” como los denominó la secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero se dio en un momento crítico, donde le gobierno delegó sus propias funciones de resguardo y protección a la sociedad en manos de un grupos de hombres para llevarlas a cabo, permitiéndoles el uso de armas “legales o no” y funciones al margen de la ley.

 

Por otra parte, nadie puede poner en duda que los proyectos de pacificación en determinados momentos históricos son vitales, los diálogos por la conciliación y el resarcimiento del daño moral. Pero en el caso de los diálogos que han estado llevándose a cabo en Guerrero, Tamaulipas y la Huacana en Michoacán, existe otra historia mucho más compleja que no puede perderse de vista.

 

Los grupos de autodefensas han nacido por diversas razones, en algunos casos por la defensa legítima de sus localidades –nadie puede olvidar las extorsiones a los limoneros en Michoacán por ejemplo o la violencia brutal contra poblaciones en Hidalgo, Tamaulipas por grupos del crimen organizado, que dio pie desde el 2010 a que se formaran grupos de “defensa” como fue el caso de la Columna Pedro J. Méndez –hoy muy cuestionada por sus liderazgos vinculados a grupos del crimen organizado en la localidad-.

 

El problema que se torna delicado es que justo dicha defensa legitima, fue y ha sido acompañada  del uso de armamento para defenderse y combatir por legítimo derecho la vida y la economía de sus localidades al margen de la ley - de entrada un mal síntoma-.Hasta aquí las razones de dichos grupos “auténticos” pudieran no ser cuestionadas, el dilema comienza quizá con los vínculos locales que dichos grupos pudieran o no entablar, de primera cuenta para armarse y fortalecer los mecanismos de control y defensa local.

 

En este sentido, habría que ser muy cautelosos al momento de dialogar y prometer desarrollo económico, generación de empleo, proyectos agropecuarios en zonas, que de facto estén controladas por grupos criminales de otra envergadura.

 

Las consecuencias serían desastrosas, si por afán de mejorar la condición de vida de poblaciones que han sufrido el embate de la violencia, se vieran ahora triplemente victimizadas y violentadas por la presencia de fondo de grupos delictivos que han estado de facto controlando las zonas en donde las autodefensas “auténticas” tengan sus bastiones de defensa.

 

En ese escenario las consecuencias serían terribles, controles de las economías locales, extorsiones, cooptaciones y esquemas de administración criminal territorial, serían solo algunos de los efectos que a nadie nos gustaría presenciar. Nadie discute el hecho de querer mejorar las condiciones de vida de una población tanto económicamente como socialmente, todo lo contrario, pero los costos pudieran ser muy altos, si desde otra perspectiva esto pudiera llegarse a confundir en un mecanismo de controles territoriales.

 

Hasta el momento, no se ha dejado ver el mecanismo de selección de grupos de “autodefensas auténticas” y los que no lo son, y mucho menos, el método para el desarme de estos grupos y si están dispuestos a ello, situación que se vería muy poco probable, dada la realidad cotidiana que se vive en estos territorios.

 

 Por otra parte, tampoco sabemos la función que tendrán dichos grupos en caso de dejar las armas, hasta el momento, la historia nos ha mostrado que la esencia de todo grupo y/o movimiento de defensa, es no dejar de serlo, aunque las condiciones de sus localidades mejoren sustancialmente…Muchas preguntas sobre la mesa, por ahora solo esperar y observar los procesos de diálogo que se entablan y pensar que existe un verdadero proyecto de pacificación y no uno de control político territorial sobre la mesa.